martes, 2 de septiembre de 2008

"AMERICA, HOMBRE, TIERRA Y CANTO" - UNA PRODUCCION MUSICAL EDITADA EN 1984

A disposición de todos ustedes, para que la bajen desde un servidor externo, esta producción discográfica efectuada con mi amigo Kiko Donoso durante 1983, quien además redactó el texto explicativo incluído en este artículo.

http://rapidshare.com/files/142224684/KIKO_DONOSO_-_AMERICA__HOMBRE__TIERRA_Y_CANTO.rar.html



"…tres palabras que encierran profundos significados cuando hablamos de este continente, de sus habitantes y de su cultura.

Tierra descubierta como por casualidad, creyendo que se pisaba el extremo más oriental de las Indias, lo que motivó que a los nativos se les llamara , y se les llame aún, con el término común de indios.

Se género entonces el más grandioso fenómeno migratorio humano de los últimos siglos, motivado más por el afán de lucro que por la pasión de aventuras o el celo misionero. Oro azteca, oro maya, oro inca; su búsqueda llevó al conquistador hasta el confín del mundo, concluyendo, en menos de cincuenta años y en grandes líneas, la conquista de América, la que de simple expresión geográfica se convirtió en una realidad política, social y económica de proporciones inimaginables.

En América Anglosajona la colonización precedió a la conquista, mientras que en América Ibérica, la conquista precedió a la colonización.

Y, al contrario de lo ocurrido en Norteamérica, aquí en el sur la mezcla entre indios, europeos, y negros ha sido normal, porque, en la búsqueda del oro, el indio y el negro eran colaboradores necesarios y la unión con la india o la negra, por ejemplo, era una necesidad fisiológica, lo que generó una gran variedad de grupos étnicos, los que se distribuyeron en una geografía que posee todos los climas y todas las topografías. Los grupos nativos que permanecen más puros son, en general, los que habitan las regiones más inaccesibles del continente.

Y la música que llegó a estas tierras en las venas y en el alma del conquistador, se mezcló naturalmente con elementos nativos y negroides, haciendo del folklore musical hispanoamericano una materia riquísima y variada.

Hoy, dentro del canto popular de América Latina, los autores recogen toda esa herencia y, utilizando ritmos y giros melódicos tradicionales, componen canciones con temáticas, más actuales, con vivencias personales, alejadas en espíritu, fondo y forma de clisés comerciales y facilismos.

Los temas que se incluyen en la presente grabación tienen esa intención y ese espíritu.

Y sus propios fundamentos:

LADO A

1.- Versos del hospital: Cuartetas escritas por Violeta Parra en el año 1961, estando hospitalizada enferma de ictericia. Ella lo tomó con mucho humor y se inspiró en las cosas y personas que en ese momento la rodeaban. La melodía y el ritmo respetan el espíritu del trabajo de Violeta.

2.- Ser yo: Versos que tratan de mostrar, en pocas líneas, toda una filosofía de vida y de justificación para el canto. Se emplea ritmo de huayno, uno de los más típicos de la región del altiplano.

3.- Tabaré: Canción basada en el momento de la muerte, a manos de los españoles, del cacique charrúa Tabaré, protagonista del vasto poema épico del mismo nombre escrito por el autor uruguayo Juan Zorrilla de San Martín (1855 – 1931).

4.- Pastor de sueños: De pronto el hombre se da cuenta que su niñez ha quedado muy lejos y que es imposible volver a vivirla. Sólo se la puede recordar con nostalgia y soñar con esas viejas ilusiones. Hay una fuerte influencia de la música argentina en este tema, lo que estaría justificado por el hecho que su autor reside en Punta Arenas, donde se escucha más folklore argentino que chileno.

5.- Cuecas del libro: Dos “patas” de cueca hechas más para escucharlas que para bailarlas. Se dice que Violeta Parra se habría inspirado en la Biblia para componer estos versos.

6.- Canto al esfuerzo: Verdadero himno al trabajo que grafica, en cuatro oficios básicos, todo un homenaje a los hombres de trabajo. El ritmo utilizado es el de sirilla, característico de la zona sur de nuestro país.

LADO B

1.- Campesina: Con ritmo de joropo lento, la danza más típica de Venezuela, este tema está referido a la mujer de campo, tanto en su condición de mujer, como en su condición de trabajadora.

2.- Diario camino mío: Canción que nació del darse cuenta un día que el camino de ida y vuelta del trabajo se hace a veces más corto y otras veces más largo, dependiendo esto del estado de ánimo de cada uno. Y como también el paisaje parece que cambiara.

3.- Puedo ponerte mil nombres: (Perdón, pero como ustedes se darán cuenta, este es un asunto entre mi señora y yo no más. Ahora, si alguien se siente interpretado por el tema, tanto mejor).

4.- Cantor de manos jodidas: El camino que anda el cantor junto a su pueblo motiva su canto. Pero no le canta a la linda flor del camino, sino a ese pueblo, y a sus hermanos del rancho y del barracón. Y que lindo es, dice, el canto que no se compra ni se vende, sino que sólo se entrega y se recibe.

5.-Liturgia Huarpe: Los huarpes eran unas tribus indígenas que vivían en lo que es hoy la actual provincia de Cuyo, Argentina. Esta canción es el lamento de la raza y de la tierra avasallada por el conquistador.

ANECDOTARIO

Todo esto comenzó un día de marzo de 1966, cuando el gordo Guillermo me prestó su guitarra para ver si podía aprender a tocar. Tres años después tuvo que quitármela para poder recuperarla. Nunca voy a terminar de agradecerle esa paleteada. Desde entonces, mucho canto ha acompañado y me ha hecho querer ese “oficio de cantor” que he compartido con mi familia y con tantos amigos, en tantos lugares y en tantas trasnochadas (y alrededor de otros tantos vasos de vinito caliente).

Y quiso la suerte que en esas trasnochadas conociera a este buen amigo y excelente guitarrista que se llama Juan Hernández A., también un enamorado y un estudioso de la música popular y folklórica de Hispanoamérica (y fanático de Astor Piazzolla).

En el mes de marzo de 1982 nos pusimos a trabajar juntos. Revisó, corrigió y arregló mi repertorio. Montamos entonces un recital didáctico-musical llamado “América, hombre, tierra y canto”, parte del cual tiene ustedes en sus manos, ojos y oídos.

Finalmente, nobleza obliga, queremos agradecer a toda la gente que, de una manera u otra forma, colaboró con este trabajo:

En primerísimo lugar agradecemos a todo el equipo del sello C.C. (la tremenda paciencia de René en las perillas, los ricos almuerzo sabatinos de don Eugenio), a Javier y Roxana, a la comprensión de nuestras respectivas “patronas”, a la noble “citrola” de Víctor Abarca (Vitoco), el que comenzó ayudándonos a acarrear los instrumentos y terminó con los fonos puestos y tocando el bombo en la grabación de las Cuecas del libro y de la Liturgia Huarpe.

Gracias a todos ellos y gracias a ustedes. Entre todos estamos haciendo un esfuerzo para que nuestro canto popular no muera. Que no sea en vano.

Kiko Donoso

Villa Alemana, Enero 1984"

KIKO DONOSO, EL CABALLERO DEL FOLKLORE - DECADA DEL 80

Conocí a Kiko en el año 1974, durante las intensas jornadas musicales que se efectuaban en la mítica Peña Folklórica que comenzó a funcionar, después del golpe militar, en el Instituto Chileno-Francés de Valparaíso, en la calle Esmeralda. Me encontré repetidas veces con él, compartiendo escenario en las diferentes peñas que comenzaban a florecer tímidamente en esos duros años en varios sectores de nuestra zona. Su figura inspiraba respeto, no sólo por su elegante presencia, sino que también por la documentada presentación del repertorio latinoamericano que desarrollaba en sus actuaciones, lo que llevó a un periodista en una oportunidad, a bautizarlo como el “Caballero del Folklore”.

Eliseo "Kiko" Donoso Vergara, originario de La Calera, nació el 22 de diciembre de 1938 y pasó gran parte de su infancia en Quillota, y, aunque siempre tuvo interés por la música en general, tomó la guitarra siendo ya adulto, conformando un dúo con su amigo Ulises Morales a principio de los años 70, con quien participó activamente en importantes eventos desarrollados en la zona. Era el “Dúo Horizontes”, quienes destacaron ganando primeros lugares con temas de la autoría de Kiko, en el Festival de los Trabajadores, realizado en el Teatro Municipal de Viña del Mar en el año 1971; y en el Festival del Canto Joven en 1972, en el Aula Magna de la Escuela de Derecho de la actual Universidad de Valparaíso, en el cual se hicieron acreedores a la estatuilla “Violeta Parra”, premio entregado al festival por nuestro mítico cantor popular, Víctor Jara.

Siempre aprecié la entrega musical de Kiko cuando cantaba solo con su guitarra, y más de alguna vez pasó por mi mente la idea de complementar su canto con mis arreglos guitarrísticos, al estilo de lo que ya había experimentado con mi amigo Mario Grandi, de Punta Arenas. Lo encontré casualmente, casi a fines de la década del 70, en una travesía en micro entre Valparaíso y Viña del Mar, y fue esa la ocasión precisa para ofrecerle mi cooperación musical para cuando él lo estimara conveniente. No pasó mucho tiempo para que me planteara su inquietud en relación con un proyecto didáctico-musical denominado “América, hombre, tierra y canto”, el cual, bajo esquema de recital, pretendía presentar en importantes escenarios de la zona. Se unieron a este trabajo nuestros amigos Víctor Abarca en percusión, Gastón Espinoza en la narración y Luis Guerra en la proyección de diapositivas. Se trataba, sin duda, de un trabajo serio que requirió largas jornadas de ensayos, el cual finalmente se pudo concretar, siendo presentado innumerables veces en importantes escenarios, tales como, los Teatros Municipal y Cine Arte, de Viña Del Mar, Teatro Pompeya de Villa Alemana, Salón de Honor de la Universidad Católica de Valparaíso y en varios colegios de la zona.


Innumerables anécdotas surgieron durante el desarrollo de este importante trabajo musical. Sin embargo, la que es frecuentemente recordada, es aquella cuando Kiko se “enredó” con la letra de la “Sirilla de la Candelaria” de Patricio Manns, y en lugar de cantar “en el Canal de Chacao”, dijo “en el Chacal de Canao”. También recuerdo la oportunidad en que durante el desarrollo de un concierto, me correspondía interpretar un solo de guitarra, para lo cual tenía que rápidamente cambiar a una afinación traspuesta; pero Kiko anunció otro tema, así fue que quedé prisionero de un interminable momento tratando de “reafinar” mi instrumento.

Desde Santiago surgió una alternativa única, y era ésta la posibilidad concreta de dejar plasmado nuestro trabajo musical en una grabación profesional. Vinieron los contactos, la reunión con don Eugenio Ferrando, del Sello “Círculo Cuadrado”, detrás del cerro Santa Lucía, las jornadas de grabaciones con el técnico René Gallardo, la hospitalidad de Enrique Fernández y su esposa Roxana, para quedarnos en Santiago las veces que fue necesario; la paciencia de nuestras respectivas familias; para, finalmente, tener en nuestras manos la edición del trabajo musical en formato cassete y que llevó el mismo nombre del recital indicado. Cabe destacar que Kiko fue unos de los pocos cultores del canto popular de nuestra zona, que en esa época, en plena dictadura, logró aportar y dejar un testimonio musical grabado para las futuras generaciones.

Todo ese hermoso período de trabajo en conjunto, trajo como consecuencia el desarrollo de otros proyectos musicales importantes con él, como fueron, el Conjunto Folklórico “Rayén” de funcionarios de la Universidad Católica de Valparaíso, cuya sección musical me correspondió dirigir durante un par de años; la Agrupación Folklórica Familiar “Matices”, integrada junto a nuestras esposas Margarita Fernández y Margarita Brito, y otros matrimonio amigos: Carlos Jil y Mirtha Morales, Gilda Rezzio y Osvaldo Tapia; y el programa radial “Latinofolklore”, en la naciente emisora de la Universidad Católica, el cual nos permitió experimentar la hermosa labor de programar y conducir un documentado espacio dedicado a la música popular y folklórica latinoamericana.

Cuando a mediados de la década del 80 tuve que emigrar a Santiago por motivos laborales, nuestra relación musical se vió truncada; sin embargo, Kiko continuó con sus inquietudes, entregando en diferentes escenarios, un hermoso recital denominado “Canto y danzas de Hispanoamérica, junto a mi querido amigo Víctor Abarca y a una pareja de bailarines integrada por Ana María Riveros y Patricio Salazar. Incansablemente a través de estos años, ha continuado haciendo su aporte al folklore y la música popular, dirigiendo la parte musical del “Conjunto Folklórico Secreduc”, de la Secretaría Ministerial de Educación, y del Conjunto “Valparaíso Folklore”. Con este último grupo ha visitado innumerables países, entre otros, Argentina, Perú, Uruguay, Panamá, Costa Rica, Francia y Suiza, llevando a esos lugares una muestra de nuestra rica y diversa geografía musical. Y hace unos tres años formó el trío que lleva su nombre, conjuntamente con su esposa Margarita Fernández, en percusión, y el bajista Mario Torres. Y suma y sigue sin claudicar, complementando su quehacer con algunas actuaciones en solitario.


Por sobre la satisfacción de haber desarrollado y concretado nuestras inquietudes musicales colectivas durante un importante período, y haber tenido la posibilidad de aprender de su disciplina y seriedad, lo cual nunca dejaré de agradecer, me quedo prendido de esa profunda y hermosa amistad que logramos cimentar a nivel personal y familiar, constituyéndose en uno de esos pocos amigos vitalicios incondicionales que uno lucha por conservar a todo evento.