martes, 2 de septiembre de 2008

KIKO DONOSO, EL CABALLERO DEL FOLKLORE - DECADA DEL 80

Conocí a Kiko en el año 1974, durante las intensas jornadas musicales que se efectuaban en la mítica Peña Folklórica que comenzó a funcionar, después del golpe militar, en el Instituto Chileno-Francés de Valparaíso, en la calle Esmeralda. Me encontré repetidas veces con él, compartiendo escenario en las diferentes peñas que comenzaban a florecer tímidamente en esos duros años en varios sectores de nuestra zona. Su figura inspiraba respeto, no sólo por su elegante presencia, sino que también por la documentada presentación del repertorio latinoamericano que desarrollaba en sus actuaciones, lo que llevó a un periodista en una oportunidad, a bautizarlo como el “Caballero del Folklore”.

Eliseo "Kiko" Donoso Vergara, originario de La Calera, nació el 22 de diciembre de 1938 y pasó gran parte de su infancia en Quillota, y, aunque siempre tuvo interés por la música en general, tomó la guitarra siendo ya adulto, conformando un dúo con su amigo Ulises Morales a principio de los años 70, con quien participó activamente en importantes eventos desarrollados en la zona. Era el “Dúo Horizontes”, quienes destacaron ganando primeros lugares con temas de la autoría de Kiko, en el Festival de los Trabajadores, realizado en el Teatro Municipal de Viña del Mar en el año 1971; y en el Festival del Canto Joven en 1972, en el Aula Magna de la Escuela de Derecho de la actual Universidad de Valparaíso, en el cual se hicieron acreedores a la estatuilla “Violeta Parra”, premio entregado al festival por nuestro mítico cantor popular, Víctor Jara.

Siempre aprecié la entrega musical de Kiko cuando cantaba solo con su guitarra, y más de alguna vez pasó por mi mente la idea de complementar su canto con mis arreglos guitarrísticos, al estilo de lo que ya había experimentado con mi amigo Mario Grandi, de Punta Arenas. Lo encontré casualmente, casi a fines de la década del 70, en una travesía en micro entre Valparaíso y Viña del Mar, y fue esa la ocasión precisa para ofrecerle mi cooperación musical para cuando él lo estimara conveniente. No pasó mucho tiempo para que me planteara su inquietud en relación con un proyecto didáctico-musical denominado “América, hombre, tierra y canto”, el cual, bajo esquema de recital, pretendía presentar en importantes escenarios de la zona. Se unieron a este trabajo nuestros amigos Víctor Abarca en percusión, Gastón Espinoza en la narración y Luis Guerra en la proyección de diapositivas. Se trataba, sin duda, de un trabajo serio que requirió largas jornadas de ensayos, el cual finalmente se pudo concretar, siendo presentado innumerables veces en importantes escenarios, tales como, los Teatros Municipal y Cine Arte, de Viña Del Mar, Teatro Pompeya de Villa Alemana, Salón de Honor de la Universidad Católica de Valparaíso y en varios colegios de la zona.


Innumerables anécdotas surgieron durante el desarrollo de este importante trabajo musical. Sin embargo, la que es frecuentemente recordada, es aquella cuando Kiko se “enredó” con la letra de la “Sirilla de la Candelaria” de Patricio Manns, y en lugar de cantar “en el Canal de Chacao”, dijo “en el Chacal de Canao”. También recuerdo la oportunidad en que durante el desarrollo de un concierto, me correspondía interpretar un solo de guitarra, para lo cual tenía que rápidamente cambiar a una afinación traspuesta; pero Kiko anunció otro tema, así fue que quedé prisionero de un interminable momento tratando de “reafinar” mi instrumento.

Desde Santiago surgió una alternativa única, y era ésta la posibilidad concreta de dejar plasmado nuestro trabajo musical en una grabación profesional. Vinieron los contactos, la reunión con don Eugenio Ferrando, del Sello “Círculo Cuadrado”, detrás del cerro Santa Lucía, las jornadas de grabaciones con el técnico René Gallardo, la hospitalidad de Enrique Fernández y su esposa Roxana, para quedarnos en Santiago las veces que fue necesario; la paciencia de nuestras respectivas familias; para, finalmente, tener en nuestras manos la edición del trabajo musical en formato cassete y que llevó el mismo nombre del recital indicado. Cabe destacar que Kiko fue unos de los pocos cultores del canto popular de nuestra zona, que en esa época, en plena dictadura, logró aportar y dejar un testimonio musical grabado para las futuras generaciones.

Todo ese hermoso período de trabajo en conjunto, trajo como consecuencia el desarrollo de otros proyectos musicales importantes con él, como fueron, el Conjunto Folklórico “Rayén” de funcionarios de la Universidad Católica de Valparaíso, cuya sección musical me correspondió dirigir durante un par de años; la Agrupación Folklórica Familiar “Matices”, integrada junto a nuestras esposas Margarita Fernández y Margarita Brito, y otros matrimonio amigos: Carlos Jil y Mirtha Morales, Gilda Rezzio y Osvaldo Tapia; y el programa radial “Latinofolklore”, en la naciente emisora de la Universidad Católica, el cual nos permitió experimentar la hermosa labor de programar y conducir un documentado espacio dedicado a la música popular y folklórica latinoamericana.

Cuando a mediados de la década del 80 tuve que emigrar a Santiago por motivos laborales, nuestra relación musical se vió truncada; sin embargo, Kiko continuó con sus inquietudes, entregando en diferentes escenarios, un hermoso recital denominado “Canto y danzas de Hispanoamérica, junto a mi querido amigo Víctor Abarca y a una pareja de bailarines integrada por Ana María Riveros y Patricio Salazar. Incansablemente a través de estos años, ha continuado haciendo su aporte al folklore y la música popular, dirigiendo la parte musical del “Conjunto Folklórico Secreduc”, de la Secretaría Ministerial de Educación, y del Conjunto “Valparaíso Folklore”. Con este último grupo ha visitado innumerables países, entre otros, Argentina, Perú, Uruguay, Panamá, Costa Rica, Francia y Suiza, llevando a esos lugares una muestra de nuestra rica y diversa geografía musical. Y hace unos tres años formó el trío que lleva su nombre, conjuntamente con su esposa Margarita Fernández, en percusión, y el bajista Mario Torres. Y suma y sigue sin claudicar, complementando su quehacer con algunas actuaciones en solitario.


Por sobre la satisfacción de haber desarrollado y concretado nuestras inquietudes musicales colectivas durante un importante período, y haber tenido la posibilidad de aprender de su disciplina y seriedad, lo cual nunca dejaré de agradecer, me quedo prendido de esa profunda y hermosa amistad que logramos cimentar a nivel personal y familiar, constituyéndose en uno de esos pocos amigos vitalicios incondicionales que uno lucha por conservar a todo evento.

4 comentarios:

carola zamorano dijo...

Opino lo mismo que tù, Kiko un señor del folklore. tuve la suerte de conocerlo en la Peña Magisterio y luego cuando se hacìa la Peña de los Jueves en la calle Santiago rn Villa Alemana compartimos muchos encuentros. Un saludo y gracias por poner en este medio a KiKO.

German Salgado dijo...

Si es mi amigo también... nos acompañamos en muchas peñas en los tiempos difíciles... tanto con Tehuelche, como con Quinocta...gracias Kiko por tan lindos recuerdos...

Grupo lykanantay dijo...

Los jueves folklóricos de la calle Santiago en Villa Alemana, como no acordarse...
Un saludo grande para Kiko...

Hernan Gonzalez Vergara dijo...

PUchas de se pone ingrato uno. Lo que supe de canto me lo enseño. Solo de un inmenso corazón nació la posibilidad de aceptar a un alumno que no temía un peso. Solo un Maestro hace aquello. Mil gracias.